¿Quién es quién?

— PERSONAJES—

Muchos son las personalidades que habitan las Tierras Quebradas, de noble cuna o humilde condición, desde las almas más valerosas hasta los corazones más abyectos tienen cabida aquí

Gyda "la inmortal"

Señora de guerra kellar. Desaparecida

Gyda se ha ganado a pulso ser una de las mayores señoras de la guerra kellar, guardiana de las tradiciones y bien amada de los druidas que auguraron su invencibilidad en combate.

En la reciente toma de Caer Baden fue clave su papel puesto que gran parte de la flota que comandaba abrió paso entre las naves negras elmerianas para que pudieran asaltar la ciudadela. También fue importante en la participación de las guerras civiles de 939 a favor de Mildred. Durante los sucesos de la batalla de Eryr (940) desaparece perdiéndose su pista.

Aelle ap Oswald

Bretwalda de Kellars y Norheims

Hijo de Oswald, nacido en 924 durante la Guerra del Lobo (923-930) fue inmediatamente puesto bajo la tutela de Sansun en Tintagel para alejarse de la guerra y crecer bajo las enseñanzas del Dios Único. 

Su papel en política no tendrá relevancia hasta el 939 cuando se toma Caer Baden y el bretwalda Oswald muere tras una rápida enfermedad. Tanto Mildred como Redwald tratan de asesinarlo pero gracias a los esfuerzos de Sansum, Ragma, Svava, Gunnar e Yngvar "el lobo" llega a la ciudad de Eryr donde es coronado rey. 

Su titulo no será efectivo hasta su victoria en la batalla de Eryr (940).

Casus

Agente del Consejo Mudrik

De alto rango, es un experimentado y habilidoso agente de campo. Bastante cordial y hablador para ser un Elmer, pero no hay que dejarse engañar por esta apariencia.

Sansum el pío

Prior de la iglesia unicista

Un gran sabio e iluminado que se ha hecho cargo de la educación y cuidado de Aelle. El Prior iglesia del Dios Único.

Olaf

Sacerdote unicista

Sacerdote unicista con una misión encomendada por el propio Aelle el Devoto: la purga de todo mal en el bosque de Wiehell.

Nada se interpondrá en cumplir sus objetivos.

Lady Maroon

Supuesta hermana de Aelle

Dama noble kellar, fiel devota del dios Único. Su belleza era proverbial, siendo usada como moneda de cambio en la política de alianzas de Samsun el pío con la ciudad libre de Gwynt. 

La posterior captura y tortura por Mildred acabaron desfigurándola.

 

Nilsa

Agente del Consejo Mudrik

Una agente especial elmer al servicio de uno de los círculos del Consejo. 

Tan bella como letal  cumple sin vacilar sus verdaderas intenciones y misiones encomendadas.

Arión Melena Gris

Miembro de los compañeros

Aunque este viejo antipático, cabezudo y parco en palabras pueda parecer alguien en quién desconfiar, es en realidad un sacrificado amigo cuya lealtad es incuestionable.

El escriba gris

Estudioso y mercader

Hombre misterioso de Gwynt que compra todo tipo de materiales de los primeros hombres y de los Antiguos. 

Parece ocultar un gran poder.

Sinir el loco

Mudrik

Cabeza visible de la facción mudrik de los radicales. Lleva excavaciones arqueológicas en la Olla de Yestafell.

Steinn

Druida de Gwynt

Salvaje e incivilizado.

Exdruida principal de Gwynt ahora se ha convertido en un fanático seguidor de Morrigan. 

Fenrir

Dios menor de la caza

Espíritu salvaje, poder de la naturaleza, que nada teme salvo a los trucos de la dama Taranis

Mildred "el bien amado"

Jarl. Muerto en duelo singular 940

Como gesto de buena voluntad y en un momento de debilidad el jarl de Elmet cede a Mildred, siendo éste muy joven, como rehén de la corte de Dumnonia en Caerleon. Bajo la tutela de Oswald y su tio Nabur, crece mimado, pero durante las Guerras del Lobo traiciona a Oswald y toma la ciudad de Caerleon cortando el norte al jarl y estableciendo un puente con Elmet. La derrota del 930 no supuso su muerte por traición debido a los edictos de Tintagel, pero bien le costaron un ojo.

Participa en la toma de Caer Baden bajo la autoridad de Oswald pero tras la muerte de éste en otoño de 939, inicia una campaña relámpago para hacerse con el poder. Vence y asesina a Redwald en el invierno de 940, pero al tratar de tomar la ciudad de Eryr -en posesión de Aelle- muere en combate singular ante Thorgrim el Negro. 


Tanabrus

Druida. Asesinado 940

Druida supremo de valdruin es un enigma. Respetado y temido sirvió como consejero de Oswald de Dumnonia durante muchos años. Leyó oscuros presagios con el naci- miento de Aelle. Poco antes de acabar la guerra del lobo, desapareció para aparecer tras la victoria de Caer Baden (939). 

Operará al lado del bando de Mildred en la guerra civil fraguando una alianza de sus fuerzas con las del ejército fomoriano de Gorbag. Alianza que no sobrevivirá a su muerte a manos de un maestro asesino fomoriano (Zuglak) aliado de Hrafn el Cuervo.

Edward el devoto

Señor de la guerra de Durnovaria

En juventud fue un famoso y sanguinario señor de la guerra que cosechó grandes hazañas, pero la unicidad le transformó por completo. Aislado de las riñas de los demás kellar su reino prosperó y no fue hasta que en el 925 decidió intervenir en la guerra del lobo a favor de su yerno Oswald que se convertiría en bretwald. Sintió un profundo cariño hacia Aelle su nieto al que inculcó la doctrina del Dios Único. Moriría de vejez en el 937.

Oswald ap Dungail

Bretwalda kellar. Muerto por maldición en 939

El "lobo del norte" lograría tras cruentas guerras el sometimiento de todos los jarls y encauzar su fuerza hacia el Imperio Elmer.

La toma de Caer Baden (939) supone la ruptura de las fronteras del imperio y un nuevo territorio que saquear o anexar. Pero su enfrentamiento a un hechicero Elmer le costaría una dolorosa y agónica muerte pocos meses después. Deja tras de sí un reino unificado inestable a merced de los intereses de los jarls.

Redwald "caballo blanco"

Hijo bastardo de Oswald. Muerto en combate 940

Hijo bastardo del rey, nacido poco antes de las guerras de los príncipes (910-915) pronto servirá como perro fiel a su padre en las guerras del lobo (923-30). Convertido en lugarteniente y jarl de Dumnonia encabezaría el ataque junto a su padre en Caer Baden. 

Tras la muerte de su padre, se convierte en jarl de Caer Baden y territorios cercanos, pero el ataque traicionero de Mildred en el 939 acaba con su vida.

Nabur ap Oer

Tío del jarl de Elmet. Muerto en combate 940

Segundón de la casa de Elmet, siempre ha estado a la sombra de su hermano y ahora que ha muerto a su hijo, Mildred.

Destacado guerrero, de pocas palabras es muy respetado y una leyenda viva, hasta su derrota y muerte en la batalla de Eryr de la primavera del 940

AQUELLOS SOBRE LOS QUE LOS ESCALDOS CANTARÁN

Kitab Al-Azif 

Kitab Al-Azif nació en una familia pudiente del sur. Su nombre se debe a que su llanto por las noches era suave pero incesante como el susurro de los insectos. Su padre era un importante comerciante que murió cuando Kitab sólo tenía 8 años, afectado de una extraña enfermedad transmitida por una parásito que provocaba fuertes hemorragias. La muerte de su padre afectó profundamente a Kitab que no entendió en aquel momento que la vida pudiese terminar de esa manera tan abrupta y tan poco digna. Por aquel entonces Kitab tenía una visión embellecidad de la vida basada en los poemas y canciones que tanto disfrutaba sobre el amor y la belleza. Con los años entendería que son las dos caras de la misma moneda: las canciones cantadas por los poetas son tan vehementes por lo efímero de la vida y de los placeres sensuales.

El negocio fue llevado desde entonces por su madre Aisha, mujer de gran belleza y poderosa personalidad. De ella aprendió la vida pone a prueba tu determinación pero que el esfuerzo puede llevarte lejos. Pero su mente era materialista y práctica. Su casa era frecuentada por pensadores, estudiosos y amigos de la familia desde los tiempos en los que la habitaba su padre, aunque Aisha consideraba sus debates y charlas como una pérdida de tiempo. De qué servía hablar de qué son las estrellas o cuáles deben ser las capacidades de un monarca o si nuestros sentidos nos muestran la realidad tal como es.

Poco a poco Kitab fue distanciándose de su madre y del negocio familiar y comenzó a anhelar descubrir el mundo y todo aquello que leía en los libros. Fue en ese momento cuando conoció a Kala, cuyo nombre significa "Fortaleza". Kala era alegre, vital y ligera: nada le preocupaba más del tiempo que tarda en pasar una nube en el cielo. Kitab se enamoró profundamente de Kala aunque sus inquietudes eran tan diferentes. Kala ansiaba convertirse en parte de los "Escorpiones de seda", un cuerpo de mujeres dedicadas a cultivar su cuerpo mediante la danza y ejercicios antiguos que llevaban al endurecimiento y flexibilidad de los músculos y la mente. Pocas jóvenes eran admitidas ya que los "Escorpiones de Seda" eran un cuerpo de élite, contratadas por reyes o nobles que las necesitaban para su defensa personal, para delicadas tareas diplomáticas o para eliminar a algún rival molesto.

Kitab seguía a Kala en sus locuras. Le fascinaba esa despreocupación tan lejana de su reflexión y su paciencia con la que se aproximaba a las cosas. En una de sus correrías, Kala quería robar una pequeña posesión de un sabio que acababa de llegar a la ciudad. Eran pequeños robos, de objetos de poco valor con los que demostraba a los escorpiones su habilidad y su grado de desarrollo en la agilidad y el control de su cuerpo. Este sabio en concreto acababa de llegar a la ciudad y venía acompañado de un séquito elegante pero modesto. Kala demasiado confiada en sus posibilidades, estableció como reto robar un pequeño envase o cápsula que el sabio portaba en su cuello. Kala comunicó a los escorpiones su reto que podía llevarla por su dificultad a formar parte definitivamente de su gremio. Kala no planificaba demasiado las cosas y esa la misma noche apareció recortada en el marco de la ventana de Kitab contra la forma luminosa y triste de la Luna. Como siempre, Kitab siguió a Kala en esta nueva aventura. Guiado por Kala, no les fue difícil introducirse en la tienda del sabio, a pesar de los guardias y del pequeño séquito que dormía a los pies del sabio. Mientras Kala se aproximaba a la cama del sabio, Kitab quedó fascinado por una piel extendida sobre un bastidor en la que se representaba el cuerpo humano y las relaciones y funciones de sus órganos y fluidos. Nunca había visto una profundidad y sabiduría como la que percibía en las descripciones que leía con avidez. Kala continuó con su cometido y suavemente deslizó la pequeña cápsula en uno de sus bolsillos pero mientras retrocedía hasta donde estaba Kitab concentrado en su lectura, golpeó un pequeño frasco de perfume que alguien, descuidadamente, había dejado en el suelo. En la quietud de la noche el ruido del frasco al golpear el suelo rompió la concentración de Kitab que miró rápidamente a los ojos a Kala. En ese momento, su corazón se detuvo y el tiempo se paró. Observó una especio de pequeños hilos plateados que unían todos las formas de la tienda y esos hilos fluían lenta pero inexorablemente. En esos hilos leyó lo que sucedería en los instantes siguientes: Kala dudaría el tiempo de un latido de su corazón en dejarle y abandonar la tienda por una abertura lateral; los guardias se despertarían y se abalanzarían sobre él, apresándolo. Sólo se alegró de que nadie fuese consciente de la presencia de Kala y de que seguramente conseguiría su puesto tan ansiado. El sabio, con gesto duro, le preguntó a Kitab qué es lo que hacía en su tienda. Kitab, mirando la piel extendida en la tienda, preguntó a su vez: "¿Qué es lo que sujeta el corazón en el pecho?". Esa pregunta tan ingenua pero tan profunda a la vez, sorprendió al sabio que ordenó que soltasen al joven. Ambos olvidaron completamente el incidente y estuvieron hasta altas horas de la noche conversando sobre todo lo que existe entre el cielo y la tierra. Cuando el sol se mostraba por el horizonte, el sabio extendió un pergamino sobre la mesa diciéndole a Kitab: "Debes ir a ese centro de saber llamado Gamatea. Esta carta te abrirá las puertas.". Kitab respondió: "Serán suficientes mis conocimientos para entrar en Gamatea". A lo que el sabio dijo: "Serán suficientes para Gamatea pero Gamatea no será suficiente para tí". Emocionado, Kitab recogió las escasas pertenencias que necesitaba y dejando una apresurada nota de despedida para su madre, se encaminó a Gamatea. Buscaba respuestas y quería saber qué era aquello que percibió en la tienda del sabio y que dejó una huella profunda en su ser. Gamatea no defraudó a Kitab: volúmenes de libros, charlas de sabios y sesudos debates sobre lo divino y lo humano. Pero a Kitab le resultó todo intrascendente: algo se escapaba a todo ese conocimiento e intuía que era la respuesta a por qué los seres nacen, viven y mueren. El Gran Conocimiento.

Desesperado porque sus estudios parecían alejarle cada vez más de su conocimiento, se encontró en uno de los jardines con un sabio que seleccionaba a su aprendiz, una costumbre habitual en Gamatea. El sabio, Batik, retó a aquel que quisiera ser su aprendiz a que le mostrase cómo introducir una piedra dentro de la fuente del jardín sin alterar lo más mínimo su superficie. Los estudiantes se afanaron en probar métodos, técnicas, materiales para introducir la piedra pero siempre con el mismo resultado: la superficie de la fuente se veía perturbada por el movimiento. Kitab se mantuvo al margen y en vez de unirse al ruido de los estudiantes en sus elucubraciones, se sentó en un borde del jardín y esperó. Cuando el sol se ocultaba por los tejados de Gamatea, Kitab volvió a notar la misma sensación que unos meses antes le había asaltado en la tienda del sabio: una sensación de que todo estaba conectado, de que todo estaba en su lugar y en movimiento y de que el agua de la fuente también ocupaba su lugar con una sabiduría profunda y natural. Kitab apartando al resto de estudiantes, cogió al sabio de la mano y lo situó en un lateral de la fuente y a él mismo con la piedra en otro en el momento justo en el que el reflejo de la piedra y de la mano de Kitab se mostraban a los ojos del sabio dentro del estanque sin perturbar su superficie. Entonces el sabio dijo: "Kitab aquí tienes a tu maestro. Yo Batik, aquí tengo a mi aprendiz". Poco a poco, la gente abandonó el jardín y Kitab se quedó sólo, sintiendo una alegría serena y esa conexión con lo que algunos habían llamado la Fortuna. Cuando ya era de noche, entró en las estancias a preguntar por el sabio Batik, pero nadie conocía a ese sabio, ni había registros de su paso por Gamatea. Entonces, como en aquel momento en el jardín, lo entendió todo. El conocimiento estaba dentro de él como dentro de cada ser, dentro de cada hoja de cada árbol, dentro de cada gota de rocío. A la mañana siguiente, Kitab recogió sus cosas y fue a buscar la verdad en las gentes, en los pueblos, en las estrellas. En el susurro de los insectos por la noche.



Thorfinn "el amargo" 

Una enorme hilera de columnas se alineaban ante el formando un pasillo que se extendía más allá de su vista, no sabía de donde provenía la luz que iluminaba el lugar. Quería averiguarlo pero su cuerpo no se movía, quería hablar pero de su boca no salía aliento alguno. Entonces noto esa extraña figura, solo sombra y plumas, con unos pequeños ojos rojos. Trepaba por su cuerpo de piedra hasta llegar a su cabeza, con una daga pretendía arrancar el zafiro que era su único ojo. Cuando clavo su daga el dolor le hizo reaccionar, eso era un sueño y debía despertar rápido. Esta era la segunda vez que tenía ese sueño, pero esta vez la bestezuela no se llevaría el ojo que le quedaba, alzo rápidamente la mano hacia su cara para agarrar un pescuezo emplumado, abrió su dolorido ojo para ver al aterrado cuervo graznando y lo acercó a su boca para decirle.

-Dile a Morrigan que si me quiere, me lleve de una vez y deje de hacerme la puñeta. - Soltando a la criatura después.

En aquella oscuridad pudo ver los cuerpos que le rodeaban, sin duda les habían dado una buena paliza, se tocó el lateral de la cabeza donde recordaba haber recibido un espadazo y el dolor le hizo apretar los dientes para no gritar, eso iba a dejar marca y además le faltaba un trozo de oreja.

Se tumbó boca arriba para contemplar ese oscuro cielo en pleno día, ese sol negro, preguntándose si no habría sido mejor dejar al cuervo que siguiera con lo suyo. Se preguntaba porque seguía sobreviviendo a todo aquello, era un mal guerrero, peor estratega y tampoco es que fuera ningún genio. Si alguien cantaba sus gestas alguna vez ¿qué iba a decir?, "Thorfinn, que nunca venció a enemigo digno alguno, que casi muere en todas sus batallas, el que estuvo a punto de ser devorado vivo tres veces" al final iban a tener razón en que la muerte no le quería.

Empezó a recordar el chiste malo que le acabaría dando su apodo hace unos años, que también fue la primera que vez que tuvo el sueño de la estatua, solo que aquella vez si obtuvo su premio aquel maldito cuervo. El solo era un niño cuando su padre Skhorn "el cruel" le llevó a saquear con él, era un crio escuálido y su padre decía que haría de el un guerrero por la buenas o por las malas, aunque siempre era lo segundo.

Varios señores de la guerra se habían unido para una gran campaña. Pero su padre era un tipo despreciable y ambicioso, convenció a algunos de los otros señores para quitarle su parte del gran botín al resto tras la última batalla. Atacaron a traición por la noche, pero entre los otros estaba Gyda "la inmortal" y les costó muy cara su osadía. Tras la batalla el pequeño Thorfinn se alzó de entre los muertos con la lanza de Gyda atravesándole aun el pecho y el ojo sangrante que le acababa de robar un cuervo.

Gyda observo al muchacho y le dijo.

-Vaya, debes tener un sabor horrible si la propia Morrigan no te ha querido llevar después de esa herida.

Sus hombres rieron la gracia a su líder, alguno se acercó al muchacho con intenciones de acabar con su sufrimiento, pero ella lo detuvo con un gesto. 

-No muchos guerreros han sobrevivido a un ataque directo de mi lanza, desde luego tu padre ha muerto por mucho menos que eso. 

-¿Has matado a mi padre?

-Así es

-Al menos ha salido algo bueno de esto

Tras un breve silencio Gyda estallo en carcajadas a las cuales siguieron las de sus hombres. Tras su risa escondía una gran curiosidad por aquel muchacho, seguía vivo tras una herida que habría matado a cualquier adulto, había perdido un ojo pero parecía no importarle y se había alegrado al oír que su padre había muerto. El estoicismo que demostraba era algo raro de ver y más por alguien tan joven.

-Sacarle esa lanza y que lo vea el druida, si no muere, nos lo llevamos.

Desde entonces navego en el drakkar de la propia Gyda, pronto se convirtió en una especie de amuleto para la tripulación. Muchas batallas siguieran a aquel día y en casi todas Thorfinn salió herido, en muchas con heridas que habrían matado a cualquier otro guerrero. Cuando llegaron a Caer Baden bajo el mando de Oswald, con tan solo dieciséis años portaba más heridas de guerra que el resto de la tripulación junta. Todos se acordaban de aquel comentario que Gyda hizo el primer día, por eso le llamaban Thorfinn "el amargo" porque debía saber tan mal que Morrigan nunca lo reclamaba. La propia Gyda dijo en alguna ocasión que, el día que perdiese el favor de los dioses solo Thorfinn estaría ahí para verla morir.

El sonido del acero le hizo abandonar sus recuerdos, miro con cuidado a su alrededor y vio un grupo de unicistas que se acercaban rematando a los enemigos caídos. Gyda debía estar viva en alguna parte, pero ahora era el momento de escabullirse hacia el bosque y al menos para eso le iba a venir bien ese sol negro, ya la buscaría después. 

Los días siguientes los paso lamiéndose las heridas oculto en los bosques, robando comida de las granjas y a los pocos comerciantes que se atrevían a mover sus caravanas con aquel sol negro.

Han pasado semanas desde la batalla y ya estaba recuperado, era el momento de buscar algo que hacer...  pero el que?


 Harald "El Manso"

Las burlas habían llevado a los insultos y estos a los puñetazos, las sillas volaban por el aire de la taberna, las mesas estaban volcadas y más de veinte personas estaban dándose golpes por doquier ignorando los gritos de la posadera. La pelea estaba a punto de convertirse en una batalla cuando el primer acero asomó, pero en ese momento la gran puerta de madera de la posada se abrió de golpe haciendo que algunos se parasen a ver quién entraba, el resto se detuvo cuando una gran mesa voló hasta el centro de la sala provocando un gran estruendo y derribando a un par de los contendientes más enfervorecidos. Todos pararon al ver esa gran figura que ocupaba casi toda la puerta, ataviada con una túnica de monje unicista, una gran barba pelirroja asomaba bajo la capucha y sobre ella unos fieros ojos que todos reconocieron al instante, se trataba de Harald Thórkellson "el Manso". Avanzó hasta el centro de la sala donde empezó a hablar con calma, dirigiéndose principalmente uno de los hombres de confianza de "Morrigan".

-No sé a qué a viene este alboroto, pero viendo a quien os enfrentáis me lo puedo imaginar. Todos somos hermanos y tenemos demasiados enemigos para enfrentarnos entre nosotros, así que por favor, evitemos estas tontas trifulcas que están ocurriendo las últimas semanas.

-No te metas en esto Harald, a ti te respeto, pero estos cerdos se están burlando de nuestras creencias y por Morrigan que no lo voy a permitir.

-Tu eres quien insulta nuestras creencias con tu mera presencia (dijo uno de los monjes guerreros que formaban la guardia de Sansum, quien parecía ser el cabecilla del grupo, mientras se adelantaba desenvainando su espada) Pero eso lo vamos a solucionar ahor....

Sus palabras quedaron apagadas al chocar su cabeza contra el suelo después del tremendo puñetazo propinado por Harald, quien se dirigió al gentío.

-La pelea se ha acabado ¡YA! y si alguien no está de acuerdo que venga y me lo diga.

Tras unos instantes cruzando miradas ambos bandos, la gente empezó a marcharse de la taberna sin decir nada mientras Harald se ponía a colocar el mobiliario, algunos de los contendientes de ambos bandos cabizbajos decidieron echarle una mano.

Todos en Eryr conocen a Harald el manso, muchos le conocieron cuando se llamaba Harald el rojo, quien saqueaba y masacraba pueblos costeros en nombre de los dioses antiguos. Pero muy pocos conocen los motivos de porque uno se convirtió en el otro.

Siendo muy joven Harald se unió al señor de la guerra Skhorn "El Cruel", abandonaba su aldea todos los años para saciar su sed de sangre y volver cubierto de riquezas. Todo cambio hace cuatro inviernos, tras una provechosa campaña de casi tres años regreso a casa como siempre, esperando disfrutar del hogar y gastarse las grandes riquezas adquiridas en ese tiempo. Pero algo había cambiado, se había construido una capilla en medio del pueblo y la mayoría de sus paisanos se habían convertido al unicismo, incluidos su esposa e hijos, su madre y hermano.

Solo unos pocos seguían adorando a los dioses antiguos, pero estos se hicieron notar en cuanto Harald y los suyos volvieron al pueblo, envalentonados por el regreso de los guerreros. Durante varios días la crispación fue en aumento y la presencia de Mord el druida la agravó, ya que este aprovechó para bajar de su cabaña y reprender a los que habían abandonado a los dioses antiguos. Finalmente el conflicto estalló y la pequeña aldea de no más de cien habitantes se convirtió en un campo de batalla, los hombres se masacraban entre ellos, Harald, que perdió la consciencia durante la batalla como le solía pasar, moviendo su espada de forma automática sin importar quien tuviera enfrente.

No fue hasta que vio el rostro desfigurado por el dolor de su hermano que volvió en sí, miro hacia abajo viendo su espada atravesando el estómago de su propio hermano menor, al alzar la vista vio la capilla ardiendo y fue consciente de que allí se habían refugiado las mujeres y niños al oír los últimos gritos antes de que esta se desplomara. Miro a su alrededor y solo cinco de sus compañero quedaban de pie en toda la aldea, además de Mord, quien gritaba enfervorecido al cielo alabando la bravura de los guerreros.

Harald se acercó al pozo tambaleándose para lavarse la cara y despejar su mente, pues aun no terminaba de asimilar lo que había ocurrido, lo que había hecho. Fue entonces cuando le llego el olor del mirto, uno de los ingredientes de esa opción que tantas veces había tomado antes de la batalla, esa poción que le daba la furia de los dioses, y entonces la realidad golpeo su mente despejándola de repente. Giro su cabeza para mirar a Mord, sabiendo perfectamente lo que había ocurrido, empezó a avanzar rápidamente hacia el druida que estaba ensimismado con sus plegarias. Algunos de sus compañeros intentaron detenerle cuando vieron sus intenciones, pero no llegaron a tiempo y la cabeza del druida ya rodaba por el suelo cuando quisieron sujetarle. Acababa de matar al enviado de los dioses, sus compañeros no sabían que hacer pues ellos mismos se empezaban a dar cuenta de lo ocurrido, pero... era un druida.

Harald arrojo su espada dejándola clavada en el suelo ante la mirada atónita de sus compañeros, les dio la espada sin decir una palabra y se adentró en el bosque desapareciendo hasta poco después de la batalla de Caerbaden.

Harald reapareció en las tierras conquistadas al imperio Elmer, pero ahora era otro hombre, vestía una túnica unicista, había jurado no volver a empuñar un arma y ahora repudiaba el uso innecesario de la violencia. Iba por los pueblos conquistados ayudando a quien lo necesitaba en lo que podía, no era muy hábil ni sabio pero era fuerte y carismático, entonces oyó hablar de Eryr la ciudad donde se estaban congregando los unicistas. Llego hasta allí y desde entonces se ha ganado el respeto y el temor de casi todos, unicistas y paganos. Siempre ha cumplido su juramento de no empuñar un arma e intenta mediar en los conflictos, nunca ha empezado una pelea, pero a veces su sangre hierve como antaño y le ha saltado los dientes de un puñetazo a alguien que se pasaba de la raya o arrojado una mesa sobre la cabeza de aquellos que no atendían a razones. Si bien es cierto que el pacifismo no lo entiende del todo bien, desde que partió de su hogar ha hecho todo lo posible por no matar a nadie.

No es un gran teólogo y apenas sabe leer el gran libro que lleva encima, pero está muy convencido de sus propios principios y no los romperá fácilmente.


Hakôn

El invierno es devastador en las Tierras Altas y mas para el pequeño poblado de Alethae, los humildes campesinos han intentado recolectar todo el alimento posible para afrontar el invierno mas duro que se recuerda en la región.

La temporada invernal se va convirtiendo poco a poco en infierno para los pobladores de Alethae, la falta de comida, de agua fresca y el hacinamiento lo hace toda cada vez mas difícil.

para todos, estaba siendo el peor invierno de sus vidas, para todos menos para Tyra y Arne quienes son los felices padres de Hvitr, una criatura que llegó en la hora mas oscura y triste del pueblo, la hambruna es inclemente, tanto o mas que el terrible frió del invierno.

Tyra decidió llamarle Hvitr, por lo blanco de su piel, nadie había visto a un niño nacer con una piel tan pálida y unos ojos tan carentes del calor de la de vida.

Nadie pensaba que Hvitr pudiera sobrevivir, ni su propia madre, que esperaba día a día, minuto a minuto a que una terrible ventisca arrebatara la vida de la frágil criatura.

Tyra, solo aguantaba por su hijo, pero sus fuerzas se agotaban rápidamente, fue entonces cuando desde la puerta de su humilde casa se escucho la fuerte voz del druida Hallr, que reclamaba al pequeño Hvitr para realizar un sacrificio y de esta forma contentar a los dioses para lograr un mejor clima para la aldea.

la terrorífica figura de Hallr entró acompañada de Arne, una sola mirada fue suficiente para que Tyra, entendiera que el padre del Hvitr estaba de acuerdo con el druida en que lo mejor seria ofrecer a la pequeña criatura a los dioses.

Tyra lucho con todas las fuerzas que le quedaban, pero no fue suficiente, las fuertes manos del druida arrebataron al pequeño de sus manos, pero antes de perderles de vista alzo la voz todo lo fuerte que pudo.

- Hallr, te llevas a mi hijo, para entregarlo a los dioses, pensado que con ello salvaras la aldea, pero te digo aquí Hallr, en mi lecho de muerte, que Morrigan no quiere a mi hijo en su reino, Morrigan detesta a mi hijo y primero moriremos todos antes de que mi hijo muera, porque a quien llevas en tus manos es Hvitr el que no puede morir....-

El llanto de Tyra se pierde con el estruendo de la tormenta y desde su lecho no logra escuchar ni el llanto de su bebe, ni el fatídico ritual que se estaba celebrando fuera.

Hallr, ha invocado a los dioses para que se den un festín con la blanca criatura, piensa esta dotado de una rareza espectacular que dará poder a su tributo, complacerá a los dioses y salvara la aldea de Alethae.

Con su poderosa voz invoca a "Ulf el viejo lobo" para que se alimente de la criatura y por medio de su festín lo hagan todos los dioses, las palabras brotan de la seca garganta del druida, los gestos son los correctos, el pueblo de Alethae en trance canta para respaldar al druida.

Desde lo profundo de la tormenta, la enorme figura de Ulf se acerca lentamente al pueblo, su paso cauteloso pero imponente maravilla al druida, un grito ahogado de una mujer llama su atención. Al mirar en su dirección ve como toda una jauría de lobos se acerca al lugar, rodeando completamente la aldea.

El poderoso druida apenas tuvo tiempo de girar su cabeza cuando la enorme figura de Ulf se avalanza sobre el, toda su jauría le imita y ataca sin discriminación a todos los pueblerinos.

El festín que se dan los lobos y por consiguiente sus amos los dioses, se cantará por muchos años, la blanca nieve que cubre Alethae se vuelve roja, manchada de la sangre y los restis de todo un pueblo que ha sido desgarrado y destrozado, alimentando a las poderosas y hambrientas criaturas de los dioses.

Así de silenciosas como llegaron se marchan las terribles bestias, dejando el lugar desolado, el ruido del viento y la tormenta se ve interrumpido por el llanto de un bebe que llora desconsolado de frió y hambre mientras se queda solo en la intemperie. 


Zuglak

-¿Mistoria dices, pa que la quiere saber?

....

-Pos vale.

Yo nacín la tribu los cueva roja y me llamaron Zuglak, eral más canijo de mi tribu yncima mi comida siempre acababan la tripa dotro. Desde mu pequeño aprendí a buscármel papeo por mi cuenta ysconderme los demás pa que no me la quitaran. La vida los niño urkos es dura, pero cuando tos te consideran débil es mucho peor, a mi mapodaron el hueso, porquera delgao y pálido. Una vez mataron una cuerda y me tiraron al rio patraer la béstial rio, por suerte napareció, pero yostube apunto cascar igualmente y decho me dejaron por muerton la orilla. Volví a casa, pero cavez pasaba más tiempo nel bosque y me convertí nel mejor batidor la tribu, nadie era tan sigiloso ni rastreaba mejor que yo y unasí seguían sin respetarme por ser canijo.

El verano pasao vinieron unos anurkos del norten barcos y nuestro líder dijo qalguien labía dicho que se llamaban kellar y nos traeríanel mal, qabía que capturarlos y sacrificarlos a Urko. Así que nos preparamos pa cazarlos, asaltamos un campamento dunos tíos destos que subían el gran rio, peroran guerreros feroces y se defendieron bien. Consiguieron meter los barcos nelagua y subirse, muchos cueva roja cascaron intentando subir los barcos, pero yo no miba a meter nelagua y más sabiendo qabíamos perdió. El jefe mecho la culpa como siempre, aunque yo había encontraol campamento y matao los vigías, yo iba ser el sacrificao.

Mataron y me llevaron a lo hondol bosque, allí me quede solo con el jefe y... otro más. Nelúltimo momento conseguí soltarme ympecé a correr común poseso. Eral más rápido de la tribu ylque mejor conocíal bosque. Cuando malejé suficiente pensé que me tenía qalejar más, así que me fui pal este siguiendol gran rio.

Empecé a interesarme por los anurkos que mencontraba por el camino. Fui pasándome por las granjas sueltas, me fijaba por el día y por la noche macercaba a buscar comida y cacharros útiles. Descubrí cómo funcion las puertas y ventanas de vuestras chozas, yaprendí a manejar muchos de los cachivaches qabía robao. Luego ronde algunas pequeñas aldeas, hasta qalfinal reuní valor, me tape con ropas qabía robao y me metí por el día en una desas aldeas grandes, di unas vueltas y salí sin que se dieran cuenta. Así qempecé hacerlo amenuo, me fije en vuestras costumbres, eran mu raras, pero menos brutas que las nuestras. Empecé a conocer vuestro idioma, nos tan distintol nuestro cuando te fijas, incluso matreví a comprar y vender cosas.

Perun día me pillaron y nun callejón me dieron una buena zurra, mescape pero me persiguieron, conseguí llegar hastal bosque y allí los perdí, perostaba mu herio y perdil conocimiento. Cuando me desperté estaba con un anurko que mabía curao, parece que sabía magia y no modiaba por ser urko, ol menos me quería vivo pal algo. Así que llevamos unos meses juntos, el mayuda poder entrar en las aldeas vuestras y yo layudo con sus cosas de tío cusa la magia.


Hrafn el Cuervo

Hrafn, nacido hace 32 años nadie sabe exactamente donde.

Durante sus años más jóvenes vivió a las afueras de un pequeño pueblo Kellar del reino de Elmet.Desde muy chico fue instruido, por su madre, en temas relacionados con los dioses, superchería y similar, además del arte de la curación. Siempre creyó que eran tonterías, pero por respeto a su madre estudió con atención.

No fue hasta los 16 años cuando sus creencias empezaron a cambiar, tras cierto suceso:Una fría mañana de invierno, en la que la madre no estaba pues había salido a atender a un enfermo en un pueblo a varios días de viaje, cuando llamaron a la puerta. Eran dos hombres y un chico de temprana edad. Rápidamente los hizo entrar.- Y tu madre chico, necesitamos su ayuda.- Lo siento, pero hasta dentro de un par de días no volverá.- El niño se encuentra mal... tu eres su hijo, siempre habla bien de lo talentoso que eres. Ayúdale!- ¿que le sucede?.- mientras lo tumbaba y empezaba a examinarlo- Hará menos de una hora, el muy inútil jugaba con unos amigos en lo alto de unos árboles, y se ha caído. Tose sangre, le cuesta respirar y se queja en el pecho.

Inmediatamente le desnuda el torso y un moratón bastante feo se ve en el lateral derecho. Tras examinarlo un poco, el dictamen es que una costilla le ha perforado el pulmón. Morirá sin remedio.

Los hombres le ruegan que haga algo pero Hrafn no consiente. Si solo estuviese su madre, ella podría hacer algo. Sin embargo los hombres no cejan su empeño, hasta que Hrafn accede un poco agobiado por la persistencia de los hombres y una conciencia molesta que le incordia por no intentar salvar al chico siquiera.


Prepara una serie de vendajes, agua fría y unas hierbas de su madre. Recuerda las enseñanzas de su madre como si llevase toda la vida con en ello. Poco a poco prepara una amalgama con las hierbas, limpia la zona y lo aplica. Aunque el procedimiento es fácil, lo difícil es hacer que haga efecto. Aunque su madre siempre le ha dicho que debía creer, hasta la fecha nunca le había salido bien. Mira a los hombres y estos le devuelven una mirada de esperanza. Resignado, Hrafn empieza el salmo que su madre recitaba cuando llegaba alguien herido grave:

- Danu, diosa madre, tú que das luz a la tierra y das vida a nuestros hijos, impide que este joven se una a Morrigan en su casa.
En ese momento, con los ojos cerrados apoya las manos sobre la zona afectada:- Danu, por favor, oye mi súplica, otorgarle fuerza al muchacho...En un momento, una mano se le apoya en el hombro y Hrafn sale del trance:- Chico, es suficiente.- dice la voz de uno de los hombres.

Temiendo lo peor, Hrafn abre los ojos y aparta las manos del chico, la pasta o amalgama que había entre sus manos y el pecho del chico cae cuarteada y seca por el lateral, y el moratón había cedido a pesar de no desaparecer del todo. Hrafn dio un respingo sin poder llegarse a creer lo que había pasado y dio unos pasos atrás, pues no llegaba a creer lo que allí había pasado. Su madre tenía el poder, no él.

- La superstición es el poder -. solía decir su madre .- si haces que crean, todo será más fácil.


Días pasaron y las habladurías se propagaron... la historia de cómo Hrafn con un salmo o recital había salvado la vida del chico, se extendieron rápidamente.La vida de Hrafn ya no sería la misma desde entonces.Años mas tarde, y ya en su lecho de muerte, su madre le contó su más oscuro secreto. Hrafn era hijo bastardo de uno de los nobles del reino de al lado. Aunque prometió no decir nada, y no acercarse a ellos, en una de las noches de duelo por la muerte natural (por edad) de su madre, Hrafn bien borracho, se lo contó a quien no debía y esta información llegó a los oídos del primogénito del noble en cuestión, Golbarg.El tiempo pasó y el nombre de Hrafn iba tomando cada vez más peso en la zona. A pesar de ser amable con la gente que le rodeaba o de estar dispuesto a ayudar a aquellos que así se lo pedían, la mayoría procuraba de tratar con el debido respeto a aquel que podía levantar tormentas cuando un sol radiante iluminaba el cielo momentos antes, o convocar manadas de cuervos que arrasaban cultivos en poco rato.

Hrafn era calmado y tranquilo normalmente, con cierto carácter explosivo a veces. De complexión física débil, pero con una capacidad de ser amable cuando le interesaba y a la vez ser capaz de atemorizarte con una sola mirada.

Hace no muchos años, quizás dos o tres, su hermanastro Golbarg, quizás viendo el respeto o poder que iba ganando Hrafn y pensando que estaba maniobrando para eliminarlo como heredero, a pesar de que nunca había hecho mención alguna de quien era hijo y que no hubiese sido reconocido por el padre ni que Hrafn hubiese intentado siquiera contactar con ellos, su hermanastro decidió que era hora de que Hrafn se uniese a su difunta madre.

Sufrió algunos ataques de bandidos, que misteriosamente asaltaron su casa y aunque lo encontraron dentro y sin ningún arma a mano salvo un bastón cerca de él, Hrafn siguió con sus quehaceres, incluso les invitó a sentarse y comieron con él... pero ninguno fue capaz de atacar. Según palabras de los mismos antes de ser ajusticiados por Golbarg:

- Señor, se lo juro, cuando llegamos y lo vimos... fuimos incapaces de hacerle daño. Era como si fuese un amigo de toda la vida... y cuando nos fuimos al darnos cuenta de lo que habíamos hecho, nos volvimos para hacer la tarea que teníamos pendiente, pero cuando nos encaramos a él otra vez momentos después, ¡¡tampoco pudimos!! y él... él... ¡¡nos tenía una cesta con unas botellas de vino y lo que había sobrado de la comida que habíamos comido!!

Quizás Golbarg se dio cuenta que mandar gente de la zona tan supersticiosa no era tan buena idea si se trataba de un druida. El caso es que Hrafn vivió una larga temporada sin ninguna sorpresa.

Hace unos meses, quizás medio año, cuando Hrafn volvía de una de sus salidas, varios de los cuervos que suelen verse con él le graznaron desde las ramas bajas de un árbol no muy lejos de donde él pasaba.Un pequeño cuerpo se encontraba medio tapado por la nieve. Parecía mal formado ,pequeño y feo... y también parecía que estaba en bastante mal estado, aunque seguía vivo. Mirándolo de arriba a abajo, decidió de llevarlo a casa... si el destino había hecho que sus pasos se cruzasen no iba a dejar que muriese.

A pesar de su pequeño cuerpo, a Hrafn le costó bastante llevarlo sin lastimarlo, pero con más maña que fuerza a su casa arribaron. Ya con más detenimiento pudo ver que realmente había sobrevivido a una buena paliza, lo tumbó en la única cama que había en la casa y le lavó las heridas, se las vendó y le hizo beber un líquido, que aun que tenía mal sabor, haría que recuperase fuerzas. También recayó que el pequeño ser tenía marcas de palizas bastante antiguas... no había disfrutado de una vida fácil.

A la mañana siguiente, Zuglak, que así se llamaba el pequeño, despertó. A pesar de hacer intención de marcharse, Hrafn le permitió quedarse cuanto tiempo quisiera, siempre que no le causase problemas... medio año después, Zuglak sigue con él y a pesar de su acento, es una presencia que es bienvenida.

Muchas veces desaparece sin dar explicaciones y otras le acompaña en sus quehaceres, pero nunca se va demasiados días.


Thorgrim el Negro 

Thorgrim nació fuera de los límites del imperio Elmer muy al norte. Sus padres eran libres, pero contrajeron deudas con el jarl de la zona, Vitkir, que no pudieron pagar. La ley que repiten los godar desde tiempo inmemorial es clara: quien no pueda afrontar sus deudas perderá la libertad. Así pues, Thorgrim nació esclavo. El destino que los dioses le tenían reservado estaba bien claro: trabajo duro y palizas. Una vida de sometimiento. Una vida que no sería tal cosa.

Cuando Thorgrim tenía ocho años, vino al mundo su hermana Dortha. Otra vida esclava. Desde el primer momento que la sostuvo en brazos, Thorgrim sintió por ella un enorme cariño, más grande aún que el que sentía por sus padres. En las escasas ocasiones en que no tenía que pastorear las cabras, limpiar los establos, acarrear agua, arar tirando él mismo del arado o cortar leña, Thorgrim se dedicaba a jugar con la pequeña Dortha, o a susurrarle al oído cuánto le quería.

Inviernos y veranos se sucedieron en un ciclo monótono. Trabajo duro y palizas. Una peste diezmó la población, llevándose entre otras muchas vidas las de los padres de Thorgrim y Dortha. Los hermanos lloraron su pérdida, pero sobrevivieron. La unión entre ellos se vio reforzada, pues sólo se tenían el uno al otro. Trabajo duro y palizas. Una de ellas estuvo a punto de acabar con la vida de Thorgrim, pero logró salvarse. Le quedó como secuela un problema en las tripas que le provocaba una producción excesiva de gases.

Inviernos y veranos. Trabajo duro y palizas. Thorgrim llegó a la edad en la que los jóvenes empiezan a dejarse el pelo largo; Dortha tenía la misma edad que tenía su hermano cuando ella nació. Fue por aquella época cuando el jarl reclamó la presencia de Thorgrim ante él. Había sido escogido para que su hijo, Holger, practicara esgrima con él. El heredero del jarl tenía una edad muy similar a la de Dortha, pero ya sabía manejar algo la espada. Thorgrim nunca había empuñado una, así que recibía no pocas palizas con la espada de madera. Eso vino a unirse a los terribles esfuerzos que tenía que hacer para contener sus gases, pues estaba convencido que la nariz de Holger era demasiado refinada como para soportarlos y no quería perder su ocupación. Por ello sufría grandes dolores después de los entrenamientos, pero no le quedaba más remedio que aguantar. Thorgrim tuvo que avivar su ingenio para evitar las palizas diarias que recibía durante los entrenamientos, así que aprendió todo lo que pudo del maestro de armas para defenderse y en unos cuantos meses los combates de entrenamiento ya eran bastante igualados. Holger no era mal combatiente, pero Thorgrim descubrió su talento natural para la lucha y a los pocos años ningún hombre del jarl era capaz de vencerlo cuando blandía dos hachas.

Inviernos y veranos. El trabajo duro y las palizas habían quedado atrás. Dortha era una preciosa jovencita de 16 años cuyo pelo se asemejaba a una cascada de oro. Entre Holger y Thorgrim surgió un sentimiento remotamente parecido a la camaradería. Sin embargo, cuando el joven noble miraba a Dortha sus ojos tenían un brillo inquietante. Los pensamientos dieron paso a los actos y Holger intentó abusar de su esclava. Thorgrim llegó en el momento justo y apartó al joven de un empujón, con tan mala suerte que se golpeó la cabeza con la viga del granero en que se encontraban. Holger se levantó, llevándose la mano a la frente; observó cómo la sangre teñía sus dedos y aulló de rabia. Thorgrim apenas tuvo tiempo de pensar. Sabía que lo que había hecho le costaría la vida y no estaría allí para defender a su hermana. Así que agarró de la mano a Dortha y echaron a correr sin mirar atrás.

Los hermanos huyeron durante varios días. Pasaron frío y hambre, pero eran libres por primera vez en toda su vida. ¡Libres! Incluso sus gases lo eran: Thorgrim juró que jamás volvería a esforzarse por retenerlos; las tripas ya le habían dolido lo suficiente. Robaron alimento en alguna granja y sobrevivieron en el bosque durante unas semanas. Pero permanecer en la zona no era buena idea, así que decidieron poner tierra de por medio.

Thorgrim y Dortha nunca permanecían mucho tiempo en el mismo lugar; lo necesario para ganar algo de dinero y seguir su camino hasta la siguiente aldea. Así año tras año. Thorgrim tenía muy claro en qué era bueno, así que ofrecía con cierto disimulo sus servicios a quien los necesitaba: pequeñas refriegas entre jarls vecinos, feudos de sangre en regiones perdidas... Incluso algún noble cobarde le encargó algún asesinato que no se atrevía a cometer en persona. A Thorgrim le daba igual: lo importante era el sustento para él y su hermana.

Uno de esos nobles se llamaba Golbarg, heredero de un jarl. Se reunió con Thorgrim y Dortha con discreción en la casa larga del clan cuando todos dormían. Quería deshacerse de un tipo que vivía en una humilde cabaña en el bosque cercano. Se llamaba Hrafn, lo conocían como el Cuervo y se decía de él que era brujo o algo peor. Golbarg no explicó qué motivos tenía para ver muerto a esta persona; Thorgrim tampoco preguntó por ellos. Se limitó a explicar la tarifa, a cobrar la primera parte del pago y a observar con recelo las miradas lascivas que Golbarg dedicaba sin ningún disimulo a Dortha. Tras unas palabras más, Golbarg invitó a los hermanos a dormir en la casa larga, y ambos aceptaron gustosos el ofrecimiento.

A la mañana siguiente, Dortha no estaba al lado de su hermano; las pieles sobre las que se durmió la noche anterior estaban vacías y frías. Thorgrim buscó mientras la preocupación crecía en su pecho. Finalmente encontró a Dortha tras una meda de heno, pálida, con un rastro de sangre reseca saliéndole de la nariz y la boca. Tenía un ojo terriblemente hinchado, marcas amoratadas alrededor del cuello y el vestido subido por encima de la cintura. Su corazón jamás volvería a latir. Thorgrim cogió la mano de Dortha una última vez. Lloró desconsolado y un velo rojo cubrió su mirada.

Los hombres de Golbarg a duras penas lograron poner a salvo al caprichoso noble que había violado y asesinado a Dortha. Varios de ellos murieron, pero acabaron haciéndose con el control del combate. Viendo lejos la posibilidad de vengarse, Thorgrim decidió escapar para cobrarse justa venganza en el futuro.

¿Qué hacer? Mientras huía, Thorgrim se percató de que estaba totalmente solo por primera vez en su vida. Ya no tenía a nadie en el mundo. Sólo afán de venganza. Sabía que le resultaría tremendamente complicado satisfacer su anhelo por sí mismo, así que recordó las indicaciones que Golbarg le había dado: Hrafn el Cuervo, choza en el bosque, brujo. Sí, un brujo podría ser de gran ayuda. Además, seguro que a ese hombre le interesaba mucho saber que su vida estaba en peligro. Era un aliado en potencia.

Thorgrim recorrió durante tres días el bosque hasta que se topó con una choza destartalada. Entre las ramas secas que formaban el tejado escapaba un tímido hilo de humo. Se acercó hasta que estuvo a varios pasos del vano de entrada, que estaba tapado con una tela raída y pesada. Y gritó:

- ¡Hrafn! ¡Hrafn el Cuervo! ¡Me envían a matarte!


Gunnar "come ballenas" (+ Invierno 939, Yestafell)



Yngvar "el lobo" (+ Invierno 939, Yestafell)

Yngvar nació en el seno de una familia humilde pero honrada. A los pocos meses de nacer llegó Bigfuss, un recién nacido que quedó huérfano. La madre de Yngvar amamantó y él y su esposo criaron a ambos. Desde siempre los niños iban juntos a todas partes, aunque a medida que crecían las diferencias entre ellos se hacían más palpables. Bigfuss empezaba a ser un chico difícil y a Yngvar le sentaba mal que su comportamiento le causara problema a sus padres, que tanto habían hecho por él. Cerca de los 18 años, Yngvar perdió la paciencia y le propinó una buena paliza a Bigfuss; tanto es así, que estuvo a punto de ahogarlo en un abrevadero. Si no lo llegan a parar, Yngvar habría matado a su hermano de leche. Desde entonces Bigfuss se centró bastante y, pese a que son de carácter distinto y no dan muestras de afecto en público, él e Yngvar nunca están muy lejos uno del otro. Al menos hasta ahora...Desde bien pequeño a Yngvar le mandaban al bosque a recoger leña y cazar. Siempre ha tenido una habilidad especial para reconocer los signos de la naturaleza y moverse en ella con el sigilo y la seguridad de un lobo; de ahí su apodo. Toda la precaución de que hace gala Yngvar en la naturaleza desaparece en los entornos sociales, donde su imprudente curiosidad ha estado a punto de meterle en algún que otro lío.Por suerte, hasta ahora ha salido más o menos bien parado de estas situaciones, pero como es incapaz de resistirse a meter las narices en cualquier asunto, es probable que tarde o temprano se busque un buen problema.

Yngvar siempre ha sido un hombre cuyas habilidades han sido apreciadas por sus compañeros. Es un estupendo explorador y sabe manejar el arco y el hacha. Siempre ha seguido a su jarl cuando éste lo ha necesitado. Es así como llegó a Caer Baden, en cuya toma participó con gran valentía. Por supuesto, cuando el bretwalda le escogió para formar parte de uno de los grupos que buscaban a Namsum, Yngvar no dudó en seguir sus órdenes. Tras los hechos acaecidos en Wythlon sabe que se enfrenta a una aventura peligrosa; el encuentro con los fomorianos en el río Vein, del que salió mal parado, no ha hecho más que afianzar sus sospechas.  


Svâva "la tuerta"

No recuerdo muy bien cómo empezó todo, supongo que cuando somos pequeños solo recordamos sensaciones y pequeños esbozos de lo que vivimos. No tengo un recuerdo nítido anterior al traslado en barco con los demás niños, solo me queda la sensación de ardor en el ojo derecho, y una neblina sofocante durante esos días. Entiendo que cuando las vivencias no son agradables tu mente tiende a relegarlas a un rincón olvidado para poder seguir adelante, mientras que aquellas cosas que marcan tu vida quedangrabadas bajo la piel como si las tuvieras de forma innata. Todavía puedo oír aquel martilleo rítmico y constante sobre la madera, el serrar de las costillas de esos corpachones gigantes junto al delicado labrado de los ornamentos que hacen tan poderosas esas estructuras. Se que el olor a madera quedará grabado en mi memoria hasta el día que me muera. Tuve que fregar y restregar los suelos del taller hasta que se me despellejaron las rodillas antes de poder ni siquiera con soñar subirme a uno de ellos.

Si no hubiera cometido esa estupidez jamás habría pensado que podría ser lo que soy. No debería haberme subido a uno de los barcos,ni debería haberme quedado dormida en uno de los rincones de la astillada proa, pero de no ser así nunca me hubieran tomado como aprendiz....y todo por estar en el lugar indicado y en el momento exacto. Si hubieran elegido otro día para incendiar todas las obras de mi amo habría seguidofregando suelos toda mi vida o terminado en algún callejón mendigando. Di la voz de alarma, apagué todo el fuego que pude y a cambio de unas cuantas cicatrices y solo un mechón de pelo me convertí de la noche a la mañana en aprendiz de constructor de barcos. Pero ya es tarde para contar viejas historias de niños desvalidos...es tiempo del ahora y de nada más. 


Urgath "el viajero" (+ Invierno 939, Yestafell)

Mi historia comienza hace muchos años, cuando apenas habían pasado unos años desde que había aprendido a andar.El pueblo en el que vivía sufrió un ataque de unos seres, que aunque parecían hombres, estaban deformados.

Aunque muchos hombres lucharon en aquel ataque, mi padre nos hizo huir a mi madre y a mí... Los atacantes, habían sobrepasado la muralla y estaban entrando en el pueblo. Lo último que recuerdo de él es como se enfrentaba con su hacha a un grupo numeroso de enemigos mientras hacía ganar tiempo para que nosotros pudiésemos escapar.Corrimos como alma perseguida por los espíritus... nos adentramos en el bosque, sin comida y sin armas... y solo paramos cuando mi pequeño cuerpo se negó a correr mas. Para nuestro infortunio, no muy lejos, un grupo de perseguidores nos daba caza... 4, quizás 5... pero demasiados para que mi madre pudiera enfrentarse a ellos.Volvimos a correr, pero cada vez estaban mas cerca. Sabiendo que no tardarían en alcanzarnos, mi madre me escondió en las raíces de un árbol y me hizo prometer que escuchase lo que escuchase no saldría hasta que el silencio retornase al bosque. Así se lo prometí y aunque gruesas lágrimas corrían por mi mejilla, mantuve silencio mientras la veía partir.Vi pasar a nuestros perseguidores, pero no recabaron en mi escondrijo y al poco, a lo lejos, escuché gritos de mi madre. Dichos gritos se alargaron durante buen rato.. o lo que a mi me pareció una eternidad... y por fin los gritos cesaron. Al poco, nuestros perseguidores volvieron a pasar cerca de donde yo me encontraba... reían y hacían bromas entre ellos.Seguí oculto toda la noche, y al amanecer salí de mi escondrijo. Con bastante miedo me acerqué hacia donde había escuchado a mi madre gritar, pero lo que me encontré no tenía nombre.

Era muy chico como para preparar un altar de madera e incinerar el cuerpo, con lo que con mis manos cavé un hueco en la tierra, rodeándolo de piedras, y con un lecho de madera prendí fuego al cuerpo de mi madre. No fue suficiente y tuve que tapar los restos, pero esperaba que su alma valiente alcanzase un lugar de descanso.No podía volver y de echo no sabía como hacerlo, y no podía depender de nadie. Estaba solo. Los primeros días fueron muy duros, apenas era capaz de encontrar algún fruto comestible, bayas o raíces. Cazar era imposible, salvo algunos insectos bajo piedras o maderas.Luego el hambre y el frío fue mi mejor maestro. Los días fueron pasando y aprendí a preparar algún lazo para cazar conejos o roedores. Encontré una cueva donde el frío era mas llevadero.

Según pasaba el tiempo, me volvía mas fuerte pero me volvía mas salvaje, hasta tal punto que llegué a compartir la cueva con algunos perros salvajes en los momentos mas duros del invierno.Los años fueron pasando, y fui investigando el bosque... cada vez mas lejos de mi cueva. Localicé algunos pueblos en los alrededores del bosque, pero los evitaba por miedo. Olían a enemigo. El bosque era ahora mi hogar.Varias zonas importantes encontré en el bosque:

  • Un pequeño lago de fría agua donde podía pescar y cazar. Diversas hierbas crecían allí, pero sobretodo era un sitio donde se respiraba paz. Era un lugar tranquilizador, donde si te descuidabas, podías quedarte dormido aunque los sueños fuesen siempre raros... siempre con animales y un cuervo recurrente que parecía decirme algo pero que no entendía.

  • La cueva del hermano oso. Una cueva al pie de las montañas negras. Aunque el hermano oso es fiero y territorial, fue él mismo el que me permitió pasar la noche en su cueva cuando una tormenta de nieve me pilló lejos de lugar seguro.

  • La cueva aulladora. Al norte de la cueva del hermano oso, hay una cueva entre dos picos, en su valle. Rodeado de huesos y cráneos de animales. Quizás sea el fuerte viento que siempre ronda la zona, pero fuertes aullidos son proferidos desde la cueva. Nunca quise acercarme demasiado. Algo me decía que era peligroso.

  • El bosque viejo: en la parte mas interna del bosque, hay una zona muy vieja. Los árboles son muy antiguos, apenas se notan huellas de animales y no se escucha el cantar de los pájaros. A veces, he visto una sombra humanoide y he olido a humo, pero no he llegado a encontrar la fuente ni ver claramente la sombra. Hay algo allí que no se deja ver... al menos no me ha sido hostil.

Hace pocos años, ya siendo adulto según dicen otros, en uno de mis viajes hacia territorio humano, me encontré un humano, pero extraño... no era como los otros que había visto... era joven, con el pelo suelto, rubio y largo, tez pálida y ojos azules como el cielo. Un cuerpo enjuto, busto voluminoso y piernas bien torneadas. No sabía porque, pero decidí seguirlo pues me sentía atraído. En cierta manera, me recordaba a mi madre, pero la atracción era diferente. Luego supe que era una chica...

A poca distancia del pueblo mas cercano, la chica fue asaltada por tres hombres. Ella fue tirada al suelo y la carga de madera que portaba desparramada por el suelo. Yo miraba con incredulidad... ¿Acaso era algún tipo de saludo entre ellos?La incrudilidad se tornó horror y luego furia. Tras unas palabras que no entendía aunque le querían resultar conocidas, los hombres apresaron a la chica y uno de ellos le rasgó la ropa.Recuerdos desagradables volvieron a su mente... olor a humo, sangre, destellos en armas de metal... risas desagradables...No pude contenerme. Con un salto y un rugido digno de mi amigo el oso, me abalancé sobre el mas cercano a mi. El golpe con mi maza fue certero... un crujido y un ángulo antinatural de su cabeza, indicaban que el objetivo de mi ataque no se iba a levantar.Me giré hacia los otros dos y volví a rugir.

A pesar de la sorpresa inicial y de sacarles cerca de una cabeza, los otros dos me hicieron frente. Portaban armas de metal y yo mi fiable maza de madera con incrustaciones de esquirlas de basalto.El contraataque de ellos fue feroz, pude esquivar uno de los ataques pero el otro no, lo que me causó una fea herida. Mi respuesta fue igual de contundente, aplastando varias costillas y haciendole escupir sangre... callendo al suelo poco despues.

El que quedaba, giró amagando hacia un lado engañandome por completo, para luego lanzar una estocada que me dió de lleno. Llevado por la furia y el dolor, sujeté su mano y su arma, de forma que no podia separarse de mi y le golpeé repetidamente la cabeza con mi maza... hasta dejarlo irreconocible.

Fatalmente herido, me acerqué a ver a la joven, la cual no había sido herida. Pasos se acercaban, pero daba igual, esos ojos azules me tenían cautivado mientras la consciencia se me escapaba.Desperté varios días despues, la joven y otro hombre me habian llevado al pueblo y tratado mis heridas. A pesar de querer irme, me retuvieron allí. No pertenecía a ese lugar pero me encontraba aun debil como para poder huir.

Los días pasaban y todos los días venia Astrid a verme cuando terminaba sus labores. Poco a poco me enseñó la lengua que una vez hablé, y lo poco que sabía de mi cultura, de los hombres del norte.

Cuando me recuperé, me quedé una temporada, a pesar de que Astrid se encuentra casada con el bueno de Daven. Aprendí lo que pude, pues no todos me recibieron tan bien como Astrid, Daven y los padres de Astrid, Hrafn y Liv.Algunos me llaman el viajero o el caminante, para los menos amables soy el gigante o el extranjero. No puedo culparles, incluso yo no me siento como uno de ellos. El bosque sigue siendo mi hogar y solo vuelvo de vez en cuando para vender mis pieles y obtener mercancías que yo solo no puedo conseguir.


Ragma "Rompe escudos"

Ragma nació en una pequeña granja del reino de Elmet, sufrió la dureza de una tierra helada y una familia igualmente fría. Sus padres esperaban un hijo fuerte que continuase el linaje pero recibieron de los dioses una hija. Los hijos posteriores que vinieron desplazaron totalmente a Ragma. Los trabajos duros e ingratos que le eran asignados no hicieron más que endurecer una naturaleza ya de por sí fuerte. Nunca dijo no ni se quejó: quería demostrar lo imposible: ser el hijo que habían esperado. Cansada de una vida denigrante, se marchó en cuanto pudo con poco más de los que llevaba en sus manos: un hacha y un escudo. Lo que no esperaba es que sería cazada como un animal. Su padre y sus hermanos la arrastraron de vuelta a casa, tras propinarle una paliza que dejaría su cuerpo marcado y también su alma. Una noche en la que las heridas le permitieron volver a moverse, prendió fuego a la granja con toda su familia dentro. 

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