El Dómine

04.07.2018

En tiempos pretéritos, el Dómine (o emperador) llegó a ser la figura de poder más significativa dentro de los territorios elmerianos. Aproximadamente a mediados del primer siglo después del despertar, estos gozaban de gran prestigio que, junto a un poco de habilidad, lograron aprovechar para imponerse al Consejo en la toma de decisiones clave de la vida política, económica, cultural y científica. Conseguirían sustentar su poder durante el periodo aúreo (s. I-V dd), estableciendo un sistema donde unas pocas familias aristocráticas (las primeras dinastías) se turnarían en el papel del Dómine, haciéndose sus mandatos cada vez más largos, en ocasiones vitalicios.


Toda la pompa tétrica, melancólica y vanidosa se cimentaría a partir del periodo argénteo (s. VI-VIII dd.) cuando la vida cortesana se refina y en parte se sacraliza. Son los momentos del cenit de poder del Dómine que ya ha logrado perpetuar su herencia con su progenie (aunque no siempre son los primogénitos los que se hacen con el poder). En estos tiempos, la búsqueda queda relegada, la vida elmer adolece de un sinsentido que abonará el terreno para la posterior explosión de pesadumbre y pesimismo. Aunque las fronteras se encuentran estables y tranquilas, ya no llevan razzias preventivas y de control hacia los kellar o los hijos de las estepas, algo que posteriormente pagarían muy caro.

Los presagios del año del sol negro (711 dd.) y el posterior año de la sombra roja (720 dd.) impondrán un antes y después en la historia de la figura de los Dómine. Por un lado la presión de los pueblos del mar por el Norte y de los hombres de las estepas por el Oeste deseando penetrar en el rico territorio y romper el aislamiento del territorio pondrá en jaque a las menguadas legiones. Por otro lado, la aparición de una peligrosa religión (Shaintar) que se expande como la pólvora entre los aquilar preocupa a los Mudrik. 

Mientras que los Dómine, ajenos a estos sucesos, se dejan llevar por la imperante atmósfera de pesimismo hacia un absoluto hedonismo y autocomplacencia, el Consejo se empodera ante la delicada situación y conspira por el control fáctico del estado. En el 720 dd. una conspiración palaciega acaba con la vida del domine y toda su estirpe y el consejo impone a otro como títere inaugurando dos siglos de dominados del terror (s VIII - X dd.).

Estos siglos son denominados así porque el consejo los utilizará a los emperadores como instrumento de opresión (tanto a nivel interno como externo) y fuerza para imponer su criterio y prioridades. Conscientes de su débil papel, los Dómine que llenan las páginas de la historia de estos siglos tendrán vidas cortas, paranoicas y decadentes.

En la actualidad Ilian III de la dinastía Zora se sienta en el trono de cristal tras asesinar con sus propias manos a su padre y hermano con el apoyo de gran parte del Consejo. Es conocido como el rey serpiente por su gusto hacia estos animales y por su forma actuar y conspirar en la corte 

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